Un pastor amigo me cuenta de cierta experiencia que tuvo con un "ministro de alabanza" muy conocido. Sus expresiones son de asombro por la sencillez en el trato. -"podías sentarte a hablar con él, saludaba a la gente, se daba el tiempo de responder tus preguntas..." Así era su testimonio sobre la experiencia vivida.
Meditando en esto, lo que al principio me provocó cierta complacencia, luego se tornó en amargura.
¿Por qué debiera de sorprendernos que una persona "famosa" o "reconocida" dentro del ambiente cristiano se comporte como lo debiera de hacer cualquier ser humano?
¿Será que nuestros parámetros de medición han dado licencia para la arrogancia y el comportamiento "divo" dentro del servicio cristiano?
Obviamente mis preguntas son retóricas, sé claramente las respuestas... y eso me causa mayor tristeza.
"«Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos. Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá convertirse en esclavo."
Mateo 20:25-27 (NTV)
Autor: César Soto.