Dios quiere...
Reconciliación con Él,
con el prójimo y con el resto de la creación.
Aceptación mutua sin discriminación.
Cumplimiento de nuestra vocación humana.
Construcción de un mundo de amor, justicia y paz.
Vida plena en comunidad.
¿Qué Dios? - ¿Qué ser humano? - ¿Qué iglesia? - ¿Qué mundo? - ¿Cuál paz? - ¿Qué justicia? - ¿Cuál amor? - ¿Qué misión?.
¿Está Dios atento a los grandes problemas por lo que atraviesa el pueblo latinoamericano?
¿Es posible la presencia "neutral" de las iglesias ante la realidad social?
La misión que las iglesias realizan, ¿se condicen con los propósitos de Dios o reproducen la realidad justificándola? ¿Qué luz de esperanza nos irradia la misión de Jesús desde Galilea?
En la realidad de América Latina se entremezclan...
Desempleo
Imaginación superadora
Hambre y desnutrición
Corrupción
Pobreza y marginación
Solidaridad
Violencia Institucionalizada
Agotamiento de los recursos naturales
Resistencia ante las adversidades
Marginación
Deuda externa-Narcotráfico
Fragmentación
Cultura comunitaria
Opresión
Resistencia
La misión de Dios expresa su amor por la creación
El deseo de Dios es que su amor se manifieste en cada rincón y criatura de este mundo, que ha sido afectado por el pecado y anhela su redención (Ro 8.19-23).
El ser humano, creado a su imagen y semejanza, está incluido en sus planes de vida. Dios demostró su amor por nosotros en que siendo aún pecadores envió a su Hijo para darnos su vida (Ro 5.8; Jn 3.16-17). Su amor nos compromete a colaborar con Él en su propósito de redención.
La misión del Dios trino es revelada en Jesucristo e impulsada por el Espíritu Santo.
Jesús de Nazaret es nuestro modelo.
Sus opciones de vida, sus enseñanzas, sus gestos y sus obras forman parte de su misión salvadora.
Su opción galilea demuestra la voluntad de Dios de salvar al mundo dando prioridad a los excluidos del mundo.
En perfecta armonía con el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo realiza su misión de instaurar el Reino en el mundo y nos llama a participar en su misión "en el nombre de Jesús".
La misión cristiana es necesariamente integral.
El ser humano es una unidad indivisible. Por lo tanto, las necesidades del cuerpo no son ajenas a las del alma y viceversa y la rendención en Cristo incluye la resurreción del cuerpo (1 Co 15).
Bíblicamente , no hay lugar para la dicotomía alma - cuerpo, vida privada - vidsa social, necesidad - espiritual - necesidad material, razón - emociones.
No es posible satisfacer las necesidades del alma y desconocer las del cuerpo (Stg 2.14-17). La misión cristiana es espiritual por cuanto es material, es social por cuanto es personal. EStará en correspondencia con el obrar del Espíritu sólo si discierne el señorío de Jesucristo sobre la totalidad de la creación.
La misión integral es social puesto que tambiél el ser humano lo es.
Se suele hablar de sociedad e iglesia como si fuesen entidades totalmente diferentes. Sin embargo, la iglesia forma parte de la sociedad y su misión tiene, consecuentemente, una dimensión social. La pregunta no es si la iglesia tiene o no una misión social sino cómo se relaciona en la sociedad.
la indiferencia de la iglesia frente a los problemas sociales no es neutra ni inocente, sino agresiva y dañina. Creados en comunidad, los cristianos hacen suyas las necesidades del prójimo y , como "sal de la tierra" y "luz del mundo", participan activamente en la vida pública. Sin perder su identidad, viven y proclaman la buena noticia acerca de Jesucristo e invitan al mundo, en el mundo, a acercarse al Dios de la vida.
La misión integral es eclesial puesto que es misión de una comunidad de fe que se entiende como "signo".
La misión cristiana se origina en el corazón de Dios. La iglesia se entiende como una comunidad conformada por seres redimidos en Jesucristo, una comunidad de fe que transparenta la presencia reconcilidadora de Dios. Como su Señor , vive y anuncia las buenas noticias desde sus opciones de vida, su existencia comunitaria, sus obras y sus enseñanzas. Aprende a amar en la diversidad, como su Señor, y expresa su amor en términos de trabajo por la paz, la no discriminación y la justicia. La misión, desde el amor al prójimo (1Jn 3.14; 4.21), invita a todos a formar parte del cuerpo de Jesucristo, un cuerpo que extiende sus brazos hacia todo y todos los seres humanos.
La misión integral es profética por cuanto es crítica al sistema mundano.
Vivir y anunciar las buenas noticias en un mundo de violencia, injusticia y exclusión implica denunciar el pecado individual y socio-estructural.
Para ello la comunidad de fe necesita creer en el discernimiento que le ayude a comprender los mecanismos de lamuerte en las estructuras socioeconómicas, en los mandatos culturales e incluso en perspectivas teológicas que atentan contra la vida anunciada por Jesucristo.
La iglesia que ama a los que sufren no puede guardar silencio: tiene que hablar impelida por el Espíritu (Jn 14.26); Apoc. 1.9-10). Ella sabe que amar implica comprometerse con el proceso de cambio hacia la justicia y la paz, con plena conciencia que los enemigos del Reino acturán en su contra (Mt 10.24-28). Pero también sabe que el anuncio profético traerá como fruto la vida y el gozo del Reino.
La misión integral apela a la vida para un mundo de justicia, libertad, paz y amor.
La misión es integral porque busca amar la creación tal cual Dios la ama.
La vida en el Reino no es meramente "salir de Egipto", sino "habitar en la tierra prometida". Por ello, la misión integral propone la justicia, la libertad y la paz como situaciones dinámicas que se precisan mutuamente para existir. Vive y proclama el amor cristiano y la paz (Shalom) como normas y condiciones de vida.
Consecuentemente, la misión que quiera entenderse como intengral no se dentedrá en la búsqueda de soluciones a los conflictos, sino que además generará propuestas de vida desde su práctica, a fin de persuadir a otros, por medio del amor, a abandonar la muerte y optar por la vida plena en el Reino.
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Fuente: Folleto elaborado por FTL, Fundación Kairós y Red del Camino.
Idea, y Contenido y relización: Analía Bachor, Arturo Baspineiro, Juan José Barreda Toscano, Nicolás Panotto, René Padilla.