La Construcción de la Masculinidad Tradicional desde la vida de David
por Beatriz Casal
“Al oír esto, el rey se estremeció; y mientras subía al cuarto que está encima de la puerta, lloraba y decía: ¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojala hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!
1 Samuel 18:33
INTRODUCCIÓN
La roles genéricos nos tiene acostumbrados que la crianza de los varones tiene su modelo y requerimientos específicos. La tarea principal de los padres en la “formación” de los machos, tiene sus reglas. Esta construcción debe promover un ser: importante, fuerte, violento, heterosexual, audaz, poderoso y “ganón”. El varón tiene que ser viril. Esto significa que sus características sean: agresividad e intransigencia entre los hombres y arrogancia y agresión sexual hacia las mujeres.
Desde el primer “no llores”, los varones están recibiendo un mandato inhumano y lacerante en su sensibilidad y sus sentimientos, que los incapacita para alcanzar relaciones abiertas, naturales y armoniosas, tanto con su mismo sexo como con las mujeres. A cada niño se le enseña desde pequeño a no mostrar con tanta facilidad su emocionalidad y ternura. El sistema patriarcal ha dotado de todo el poder a los hombres, pero cada varón, a titulo personal, no se siente poderoso.
DAVID: NIÑEZ Y JUVENTUD
David hace su irrupción en la narración bíblica, cuando el profeta Samuel es enviado por Dios a ungir al rey que sustituiría al primer monarca de Israel, Saúl. La historia nos relata que David era el mas pequeño de los hijos de Isaí y dice que este joven era buen mozo, sabía tocar el arpa, era valiente, hábil guerrero y se expresaba muy bien. También nos informa que el muchacho se dedicaba a cuidar el rebaño de la familia.
Seguidamente la historia nos hace conocer, que las cualidades que mas resaltaban en David eran las musicales. Pues en una ocasión en que el rey Saúl estaba psíquicamente desequilibrado, las melodías que sacaba de las cuerdas del arpa, tranquilizaban el espíritu del monarca y esto le dio la posibilidad de vivir en palacio. A todas luces, David fue un niño tierno y llegó a ser un joven con mucho talento artístico.
Pero un día este muchacho es enviado por su padre al campamento de los israelitas para llevar provisiones a sus hermanos, que se encontraban en campaña, enfrentados a la guerra que Israel sostenía contra los filisteos. Ese mismo día la vida de David tomo un giro diferente. Dentro de su formación, lógicamente, también estaba presente la violencia y la audacia característica de su masculinidad y en un acto sin precedentes hizo frente a un enorme filisteo.
Es llamativo como este muchacho, no estaba físicamente preparado para ser un militar, pues ni siquiera pudo colocarse el uniforme, el casco, el escudo, la espada y la coraza que usaban los guerreros. Sin embargo su educación teo–patriarcal le hizo decir a su enorme enemigo Goliat: “Tu vienes a mí con espada, con lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado” (1 Samuel 17:45).
DAVID ADULTO
Evidentemente, una educación religiosa que potencia una imagen de un dios guerrero, así como la promoción y construcción de una formación generadora de violencia y poder patriarcal, conllevó a transformar a este hombre, en uno de los Jefes militares mas hábiles y audaces de las historias bíblicas. Las proezas, hazañas y victorias que al frente de su ejército, logró David, son destacadas en muchas narraciones; fundamentalmente en el Segundo Libro de Samuel.
El gran estratega militar David, avanzó en una estructura abrumadoramente androcéntrica, que lo llevó a la cima de la conquista del poder del reino de Israel a través de la guerra. Pero la vida de este hombre desembocó en una trágica paradoja que le provocó un enorme sufrimiento: dos de sus hijos se enfrentan y uno de ellos llamado Absalón, mata al otro por venganza y huye por tres años de su presencia.
Al cabo de este tiempo el Rey David recibe a su hijo Absalón y le perdona. Sin embargo este joven reproduce igualmente una marcada psicología de violencia, que imprime este mismo modelo de masculinidad. De esta manera y con toda impunidad conspira, traiciona y se alza contra su propio padre. Las tropas de David emprenden la marcha para enfrentar el alzamiento y uno de los Jefes militares del ejército del monarca, asesina al joven Absalón. La escena concluye con la expresión de duelo, con que comienza esta reflexión.
CONTEXTUALIZANDO
La historia de la humanidad sigue siendo patriarcal y androcéntrica. La historia de los pueblos sigue estando plagada de guerras de conquistas y de batallas, que los hombres –componentes en su mayoría de las fuerzas militares– deben ganar a toda costa. La formación militar es un culto a la masculinidad reinante, una reafirmación de ella, que ha plagado de patologías deshumanizantes, la horrenda historia de violencia y de muerte que circunda nuestro planeta.
Aun fuera del ejército, el ser humano varón está condicionado para enfrentar y promover las acciones bélicas más increíbles: Los juegos, las prácticas deportivas, los medios didácticos y educativos, los recursos electrónicos y cibernéticos mas avanzados en la tecnología modernas, son medios para promover la violencia. La lucha, la guerra, las armas, el combate cuerpo a cuerpo. Propuestas guerreristas deformadoras, al alcance de cualquier niño, joven o adulto.
No hay que extrañarse ni asombrarse, de que la vida de los seres humanos y del planeta esté concebida, estructurada y condicionada por la guerra. La historia se ha construido sobre la base de la violencia patriarcal, la cual seguimos trasmitiendo nosotros/as. El hombre ha creado las armas y potenciado el terror, que ha provocado la destrucción de la propia familia, de los propios hijos, criados bajo este prisma y esta psicología.
El llanto del rey David nos muestra que el ser humano varón no es alguien insensible, duro y sin emociones. Su dolor y su angustia, nos dice que el corazón del hombre se compone de la misma materia de amor y ternura que el de la mujer. Los sentimientos reprimidos, bloqueados, sentenciados por la infame cultura androcéntrica, ha lastimado desde el quehacer bélico y guerrerista mucho más a los varones y es hora de que esto cese, de que toque su fin.
Desde la sangre de Abel que hace que la tierra llore, son millones y millones los hombres que han dejado sus cuerpos destrozados en los campos de batalla. Son incontables los varones que han sido forzados a disparar, a matar, a lastimar a su propia especie; sin sentido, sin posibilidades de decir: ¡Basta, quiero besar, quiero sentir y quiero abrazar a mi amigo, a mi hermano! Quiero compartir con el, darle la mano, reír y disfrutar juntos de nuestra realidad existencial.
MENSAJE DE DIOS
Nos toca impedir que un padre llore la muerte de su hijo, a través de la más injusta de las razones: la guerra. Cuando los gobernantes de las naciones hablan de guerra, parecería como si estas estuvieran enfocadas solamente a los de afuera. Como si los de la casa estuvieran a buen recaudo.
Toca a la Iglesia, a la sociedad, a cada ser de este planeta, detener la violencia y la destrucción a través de la guerra. Deconstruir el tradicional arquetipo masculino corresponde a cada ser de este mundo que quiera que la vida continúe.
La destrucción de la creación viene del sistema patriarcal de poder sobre… que cada día cobra más vidas, fundamentalmente de varones. Hay que detener a toda costa la carrera de la guerra, de las armas, de la violencia, del golpe y hasta del más pequeño mal pensamiento hacia el prójimo, como nos enseña Jesús.
José Martí, nos dejó un triste poema que ejemplifica la angustiosa pena de que los padres tengan que cavar la tumba de sus hijos, de cualquier clase y de cualquier familia que estos sean.
LOS DOS PRÍNCIPES
José Martí
El palacio está de luto
Y en el trono llora el rey,
Y la reina está llorando
Donde no la puedan ver.
En pañuelos de olán fino
Lloran la reina y el rey,
Los señores del palacio
Están llorando también.
Los caballos llevan negro
El penacho y el arnés,
Los caballos no han comido
Porque no quieren comer.
El hijo del rey se ha muerto,
Se le ha muerto el hijo al rey.
En los álamos del monte
Tiene su casa el pastor,
La pastora está diciendo:
¿Por qué tiene luz el sol?
Las ovejas cabizbajas
Vienen todas al portón,
Una caja larga y honda
Está forrando al pastor.
Entra y sale un perro triste,
Canta allá dentro una voz,
¡Pajarito yo estoy loca,
Llevadme donde el voló!
El pastor coge llorando
La pala y el azadón,
Echa en la tierra una fosa
Echa en la fosa una flor.
Se quedó el pastor sin hijo,
Murió el hijo del pastor.